Lo cierto es que si tengo, tengo tanto miedo que no había iniciado sesión dentro de blogger durante dos años por temor a enfrentar mis emociones. Porque si, porque cuando escribo todo sale aunque no lo desee y no se si debería permitirlo.
Mis últimas entradas son minúsculas, los borradores son solo ideas paradas a la mitad por lo que yo quería llamar falta de inspiración, sin embargo, al parecer son solamente falta de huevos para mirar al espejo de mi alma (las letras).
Hace 13 años empecé a escribir en este Blog con una promesa de amor que ya quedó semi enterrada. No está así porque aun quede el sentimiento, sino porque fruto de eso existe un ser que ahora tiene diez años y el cual es mi amor más grande. Aun así hoy no voy a escribir de amor maternal, voy a escribir de ese tipo de amor que nos provoca ver novelas rosas y leer a Emily Bronte (o a mi me lo provoca, pues). Escribo con la esperanza de que nadie que conozca lo lea y vea con pena ajena todo lo que llevo dentro.
Creo que el seguimiento más grande y la evidencia más palpable existente y que no borraré por respeto a mis memorias (y no por nostalgia) es lo que escribía en 2007, apenas con 16 años, en ese entonces iba conociendo al susodicho y como toda puberta sentía que era el amor de mi vida... dude, me creí esa idea durante unos 5 años más o menos pero duramos juntos casi 9 porque así de jodida es la idea de una familia feliz, porque cuando te haces cuentos en la cabeza no importa la violencia económica, ni la violencia psicológica, ni vivir con un consumidor de drogas con trabajo ocasional que si tiene ganas le hace caso a su hijo y si no tiene ganas no vuelve a casa durante 4 días. No soy perfecta, yo también respondí a su indiferencia y a sus malas acciones y no me arrepiento de eso porque fueron esos años de carencia (de amor y de material) los que forjaron mi caracter.
Hoy es mejor padre y para mi no es más que eso, ¿Alguna vez se preguntaron si puedes dejar de amar a alguien sin que quede rastro? Pues amigos mios, se puede, se los aseguro.
Hay un hoyo en la historia de la que hablé poco o casi nada pero es importante mencionarlo, supongo que no escribí al respecto fue porque esa historia cruzaba casi de inmediato con la anterior y quería hacerme la decente. Ese hoyo tiene nombre y apellido y es al que puedo llamar "mi primer amor", una cosa de adolescentes que incluye curiosidad sexual, curiosidad sentimental, muchas aventuras de rockstar y daños a terceros. Odie a este sujeto por temporadas y lo quise mucho por otras, duramos años sin vernos o hablarnos porque su (ahora) esposa me odia y me odiaba en aquel entonces (por obvias razones, no puedo culparla pero si puedo culparla por hacer cosas para intentar arruinarme a mi y a un hombre que claramente ya no deseaba estar con ella... igual se casaron y todo, terminó quedándose donde quería). Hace como unos 3 o 4 años me escribió mensajes diciendo que me extrañaba (de una forma romántica amiguitos, no inocentemente) pero yo ya estaba en otra frecuencia y él ni se diga. Lo estimo como amigo y nos juntamos cada año cerca de navidad junto con el grupo de amigos que teníamos entonces. ¿Alguna vez se preguntaron si puedes dejar de amar a alguien y ser amigos? Pues amigos míos, se puede, pero guardando distancia, les aseguro que él y yo jamás podremos ser amigos de peda o de confianza porque sería una grosería para nuestras respectivas parejas, aunque no haya ningún interés pornocho de por medio.
Ahora... Dicen que durante tu vida sólo tendrás tres amores y aun me falta escribir sobre uno, sin embargo, tengo dos historias más para contar.
Será la próxima vez, creo que ya teclée demasiado. Lo que provoca la cuarentena, ¿no?
Peace off!